La mirada que cuida

La mirada que cuida

En largo recorrido desde el suelo, la mirada despide vástagos, nidos, algún pájaro dormido y tal vez una flor seca que no ha cedido sus restos a la tierra. La mirada sobrevive todo ese tránsito hasta el azul indefinido —hasta ese cielo sin nombre— y estalla del lado de la luz, de ese otro lado vacío y huérfano de ramas, pero azul.